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/ 8 de agosto de 2025

Teatro en Salta: una industria cultural en crecimiento con pasión escénica


Obras, públicos y espacios en aumento reflejan el auge sostenido de una actividad que no para de crecer

Con más de 140 actividades culturales desplegadas en toda la provincia durante el receso invernal, el ciclo “Vacaciones en Cultura”, impulsado por la Secretaría de Cultura de la Provincia de Salta, dejó entrever  el dinamismo del sector cultural local. Funciones teatrales, conciertos, talleres y exposiciones, entre otras actividades, las propuestas se multiplicaron y, en muchos casos, a sala llena. En ese marco, se presentaron múltiples producciones escénicas orientadas a públicos infantiles y familiares, tanto de compañías independientes como en el marco de las convocatorias oficiales.

Las producciones se desplegaron en salas oficiales e independientes, en centros culturales y espacios alternativos, muchas de ellas seleccionadas por la convocatoria provincial, y otras surgidas desde la producción independiente, que se sumaron a la cartelera por fuera del programa oficial, pero que conformaron parte del ecosistema teatral local. Esa coexistencia de circuitos, prácticas y estilos evidencia una industria cultural en expansión, sostenida por artistas, técnicos y gestores que apuestan a largo plazo y desde el trabajo colectivo.

Dialogamos con diversos directores y directoras locales y compartimos sus experiencias, desafíos y búsquedas creativas. Lejos de improvisaciones los relatos dan cuenta del profesionalismo, la sensibilidad, la técnica y la dedicación con la que se construyen los espectáculos en Salta.

Entre la autogestión y el apoyo estatal, con técnica y sello local

Detrás de cada función, se despliega una maquinaria compleja: dramaturgia, actuación, dirección, técnica, vestuario, escenografía, difusión. Cada componente se aborda desde una lógica artesanal y profesional a la vez. En palabras de Claudia Peña, directora de La furia de Neptuno, “todo está hecho a mano: muñecos gigantes, mecanismos inflables, escenografías pintadas a mano… pero eso no significa precariedad, sino artesanía escénica. Trabajamos con tiempo, con equipos, con detalles que le dan a la obra un clima irrepetible”. Varias de estas obras implican un montaje y preparación escénica y de personajes que varían de entre 3 y 5 horas. Las producciones en ocasiones se acompañan con música en vivo, en un entramado intergeneracional con jóvenes locales o incluso de otros países como Suiza, que participan de los arreglos musicales para las obras.

En el caso de la Obra Fantasía o realidad, dado que el objetivo era acoger al público infantil, de acuerdo a lo que nos comentó Vanesa Wainstein, Directora de la Obra, se procuró generar un ambiente cálido y amoroso que habilitó con los niños y niñas el juego, la conexión y la diversión en escena. Con el paso del tiempo, el impulso autogestor de esta productora llevó el arte callejero a otro nivel profesional, sin descuidar su esencia.

La dimensión técnica es una de las fortalezas del teatro local, y se sostiene gracias a años de experiencia y a la formación continua de sus equipos. Se destaca también la capacidad de adaptar estéticas al contexto, sin resignar calidad artística.

Desde hace un tiempo, La Morisqueta a cargo de Cristina Idiarte, ha incorporado de forma decidida la tecnología a sus propuestas escénicas, integrando pantallas, piezas audiovisuales y diseño sonoro como lenguajes complementarios al trabajo actoral. Este enfoque técnico no sólo enriquece estéticamente cada obra, sino que permite generar un vínculo más directo y actualizado con el público, especialmente con las infancias de hoy, cuyas formas de percepción y consumo cultural han cambiado radicalmente en las últimas décadas. La compañía cuenta con un equipo profesional que acompaña los procesos desde el inicio: un músico especializado se encarga del diseño sonoro de cada espectáculo, construyendo ambientes y climas que dialogan con la escena, mientras que el diseñador audiovisual participa activamente del proceso creativo, investigando y desarrollando las piezas en simultáneo con la construcción de la escena viva. Esta integración de los lenguajes técnicos en el proceso permite generar propuestas conceptualmente sólidas y técnicamente prolijas. A ello se suma la colaboración con escenógrafos, vestuaristas y otros técnicos que, tanto desde adentro como desde fuera de la compañía, aportan a un trabajo colectivo que busca la excelencia el circuito teatral más allá de lo comercial.

Diálogo con el público: no subestimar, invitar a pensar

Un punto central en la producción de teatro para infancias es cómo se piensa la relación con el público. La mayoría de los artistas entrevistados coincidió en que la inteligencia emocional y estética del público infantil y adolescente merece respeto y dedicación, evitando la infantilización o la simplificación de los contenidos.

“El desafío es lograr una obra que respete la inteligencia de las infancias y las adolescencias. No subestimarlas, no infantilizarlas”, afirmó Nicolás Martínez. Por eso, su obra se sumerge en temas como el perdón, el amor, la identidad y el trauma, desde un lenguaje accesible y poético. También se cuida especialmente el ritmo: “La atención infantil es honesta y muy directa. Si algo no les interesa, lo sabés al instante. Trabajé con recursos psicoeducativos y filosóficos simbólicamente poderosos”, dijo el director. La dramaturgia fue escrita en paralelo al trabajo con el elenco y pensada desde una perspectiva artesanal, afectiva y poética.
También desde esa perspectiva de no subestimar al público infantil, Nicolás Obregón, director de “Wayra, guardián del carnaval dormido”, destacó la importancia de una poética escénica que convocó también a madres, padres y familias. En su propuesta, sobresalen la música regional, los paisajes y los valores del cuidado ambiental. La obra fue concebida y puesta en escena en menos de dos meses, como parte de las producciones que respondieron a la convocatoria provincial.
Leandro Alzogaray nos cuenta que uno de los principales desafíos del teatro de títeres en la actualidad es adaptarse a la velocidad perceptiva de las infancias contemporáneas, ya que los contenidos digitales están caracterizados por la rapidez, la fragmentación y la sobrecarga sensorial. Frente a este escenario, el Productor de Leomar Títeres afirma que la clave no es competir con la tecnología, sino trabajar la atención desde la acción constante, la sorpresa y el dinamismo escénico. Sus obras, cuidadosamente estructuradas en escenas ágiles de unos 45 minutos, buscan sostener la participación activa de niñas y niños sin caer en la repetición innecesaria o el subestimamiento del público. Como él mismo relata, “los chicos entienden todo, no son tontos”, y por eso evita redundancias que sólo sirven para extender artificialmente la función. Para Alzogaray, el títere no es sólo un objeto, sino un cuerpo que se mueve con intención y presencia: “ellos piensan que eso está vivo”. En esta línea, sostiene que las funciones no deben ser contemplativas, sino interactuar con un público que participa, grita, se ríe, se angustia. De hecho, muchas de sus historias funcionan más allá del idioma o del contexto cultural, y han sido presentadas con éxito en Estados Unidos, Brasil, Portugal, Venezuela, Chile, Colombia, Bolivia, y en comunidades indígenas del norte argentino, como la comunidad Wichí en Tartagal.

En relación a las producciones coordinadas con la Secretaría, Cristina Idiarte remarcó: “Me parece que ha sido muy importante también el encontrarse con la disponibilidad de las salas estatales, que no siempre se puede encontrar, pero en este caso lo pudimos hacer; y ser consciente de que este trabajo es un trabajo hecho por salteños, para salteños,  desde un lugar muy empático para con el público, sobre todo nosotros los que hacemos teatro para las infancias”.
El teatro para las infancias en la provincia, ya sea de autogestión o con apoyo del Estado, se consolida como una expresión artística que conjuga creatividad, profesionalismo, técnica, emoción y una fuerte vocación de encuentro con el público. La escena teatral local ofrece un repertorio diverso, pensado desde la inteligencia emocional de las infancias y desde la necesidad de construir nuevas formas de narrar, imaginar y jugar. Un ecosistema teatral en expansión, donde los vínculos intergeneracionales, la memoria, el lenguaje corporal y la afectividad aparecen como puntos comunes de creación.

 

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