En marzo de 1999, una expedición arqueológica descubre tres niños momificados ofrendados por los Incas en la cima del volcán LLullaillaco.

Un hallazgo tan inusual impuso un desafío científico y tecnológico para preservarlos y poder presentarlos al público. Con este fin, el ingeniero Bernaski junto a su padre, Marcelo Bernaski, desarrollaron un sistema de conservación Isocórica a baja temperatura, con modificación atmosférica. 

Uno de los componentes más destacados dentro del sistema desarrollado por el Ingeniero Bernaski son las cápsulas en las que se contienen y presentan al público los cuerpos momificados de los niños del Llullaillaco. En su interior los Niños se encuentran a -20º C, con un 55% de humedad relativa, y una atmósfera modificada, siendo el gas mayoritario N2 (98%), que se completa con un 2% de O2, convirtiéndose en una tecnología única en el mundo.

El evento de distinción al ingeniero Bernaski se llevaró a cabo en la fundación FUNDARA, ubicada en calle General Güemes 1305.