"El mundo baila", próxima presentación de la Sinfónica
Fecha: 11/12/2019
Noticia de: Orquesta Sinfónica de Salta
Danzas húngaras, eslavas, cubanas y argentinas es la propuesta con la que la agrupación comienza a cerrar el año.
La Orquesta Sinfónica de Salta, bajo la dirección de Yeny Delgado, presentará El mundo baila, este jueves 12 de diciembre a las 21, en el Teatro Provincial.
Bajo la batuta de su maestra asistente, la agrupación interpretará: Danzas húngaras nº 1,3,10,5 y 6 de Johannes Brahms, Danzas eslavas de Antonín Dvorak (Op. 46, nº 8, 3 y 4; Op. 72 nº 1), Tres danzas cubanas de Arturo “Chico” O’Farrill y composiciones del Cuchi Leguizamón: El Avenido y De estar estando (Orquestación Gustavo “Popi” Spatocco), Zamba de los mineros (Orquestación Gustavo “Popi” Spatocco), Juan del Monte (Orquestación Gustavo “Popi” Spatocco), Chacarera del expediente (Orquestación Gerardo Di Giusto) y Carnavalito del duende (Orquestación Gerardo Di Giusto).
Danzas húngaras... son veintiun danzas alegres, basadas en melodías húngaras. Expresan el gran interés de Brahms por la música “tzigan”, coincidente con el gusto europeo por el folclor relacionado con el exotismo transcrito de música popular en música culta. Se caracterizan por su ligereza, vivacidad y efervescencia e influenciaron a muchos compositores clásicos.
Danzas Eslavas son dieciséis obras destacadas en el repertorio de Dvorak. Están escritas para piano y arregladas para orquesta por el propio autor. Presentan influencia nacionalista del folclore de la Bohemia y de la República Checa, llevado a un lenguaje romántico avanzado. El autor se inspiró en las danzas húngaras de Brahms, compuestas a petición de la editorial. Las piezas, animadas y abiertamente nacionalistas, fueron bien recibidas en el momento y se han incorporado a la cultura popular. Dvořák hizo uso de los ritmos característicos de la música popular eslava, mientras que las melodías son originales. Fueron escritas para piano y ante el éxito, el editor le pidió una versión orquestal. Ambas versiones fueron publicadas en el mismo año y provocaron la reputación internacional del compositor.
Chico O’Farrill es reconocido como "el arquitecto del jazz afrocubano". Estudió trompeta mientras cursaba en la academia militar en Georgia (EE.UU.). En Nueva York trabajó como arreglista y compuso para Benny Goodman, Machito, la Afro-Cuban Jazz y para sus propias formaciones orquestales. Sus arreglos abrieron caminos en el uso de figuras rítmicas, con contraste dinámico, como la fusión de jazz con ritmos afrocubanos y con la inclusión de ideas de Stravinsky y Stan Kenton, instalando el desarrollo de la Afro-Cuban Jazz. Este híbrido musical inició una manía de danzas como el "Mambo", que en lengua yoruba significa "cuestión importante".
A los dos años de edad, Gustavo “Cuchi” Leguizamón recibió un regalo de su padre que sellaría su destino: una quena con la que aprendió a tocar El Barbero de Sevilla. Desde ese momento y siempre de oído, se destacó en sus múltiples interpretaciones. Fue abogado, profesor de historia, filosofía y diputado provincial. Ejerció abogacía durante treinta años hasta que abandonó "Estoy harto de vivir en la discordia humana. Me produce una gran satisfacción ver una vieja en el mercado tarareando una música mía. Una vez venía bastante enojado con todos estos inconvenientes que tiene la vida, y un changuito pasó en bicicleta, silbando la “Zamba del pañuelo”. Lo paré y le pregunté qué es lo que silba: -No sé; me gusta y por eso lo silbo- me contestó. Ya ves, ésa es la función social de la música".
Es el autor de la música de muchas composiciones clásicas del folklore argentino: Zamba de Balderrama, Lloraré, Zamba del Carnaval, Zamba de Balderrama, La Pomeña, La Arenosa, etc. Musicalizó poemas de Castilla, Borges, Neruda, Dávalos, y de otros poetas.